Coja el cuerpo de un muerto. Retire de él toda la grasa y fluidos corporales y sustitúyalos por un preparado plástico. El resultado: un cadáver que no se descompone y al que se le puede dar la postura que se desee, como si fuera un muñeco. Esta es la técnica que Gunther Von Hagens, médico alemán, patentó para la conservación de cadáveres con el nombre de plastinación.
Ayer los ví, ví un especial completo sobre la técnica de plastinación y sobre el museo que tiene Von Hagens y me quedé sorprendida de la cantidad de cuerpos humanos que, plastinados en diversas posiciones, se pueden apreciar en la exposición. No, no es causa de indignación o asco, ni tampoco es algo que maraville, es simplemente algo impactante.
Hay quienes aprenden el funcionamiento del cuerpo humano mediante láminas o figuras plásticas, Von Hagen decidió que la mejor forma de aprender del cuerpo humano es verlo directamente tal cual es. Los plastinados de Von Hagen en su mayoría son "especímenes" (así los llama él) que carecen de piel, son visibles el músculo o los huesos o la parte del cuerpo que él considere necesaria exponer, es por esto normal encontrar cuerpos plastinados cortados a la mitad con el objetivo de que los diferentes órganos se puedan apreciar claramente.
Por ese lado, todo bien, es una forma extraña pero educativa de conservar cadáveres y sacarles provecho, aún así me sigue pareciendo impactante. Pero más sorprendentes fueron los testimonios de las personas que ofrecen su cuerpo al doctor para que lo plastine cuando les llegue el momento. Una viejita de más de 80, con cara dulce, que narra ante la cámara: "Sí, yo quiero que me plastinen y que me saquen la grasa del cuerpo para verme más delgada y que luego el doctor me ponga en posición de bailarina para la exposición".
Y otra señora comenta: "Yo quiero que me corte a la mitad, tengo la impresión de que me vería más alta". Personas realmente interesadas en que su cuerpo perdure la mayor cantidad de tiempo entre los vivos, pero no solo perdurar sino verse bien mientras lo hacen. Sí, se les verán los órganos y los músculos pero, ¡qué demonios, me veré más alta!
En la exposición es posible observar desde fetos hasta camellos, Von Hagen ha sido duramente criticado además por tener una especie de licencia que le permite plastinar los cadáveres que nadie reclame en la morgue, pero en su mayoría los especímenes han sido donados por voluntad propia.
Para mí, esta exposición es un cementerio ambulante, podrá ser muy educativo pero lo cierto es que son cuerpos de personas que vivieron y sintieron en este mundo, todas reunidas en una sola gran habitación para que los vivos podamos verlos, muchos muertos en un mismo lugar. Es una colección de cadáveres y estoy segura de que no me gustaría estar cara a cara con los plastinados en una oscura noche lluviosa. Es por eso que es tan complicado para mí entender la fascinación del doctor alemán con los muertos, los tiene en el sótano de su casa, en la exposición, piensa plastinar a su familia y en fin es un hombre un poco obsesivo que se ha ganado el apodo de Dr. Frankenstein en algunos lugares del mundo.
Hay más de 3.200 personas isncritas en el programa de donantes para plastinación, yo no lo haría nunca. ¿Algún valiente?
Ayer los ví, ví un especial completo sobre la técnica de plastinación y sobre el museo que tiene Von Hagens y me quedé sorprendida de la cantidad de cuerpos humanos que, plastinados en diversas posiciones, se pueden apreciar en la exposición. No, no es causa de indignación o asco, ni tampoco es algo que maraville, es simplemente algo impactante.
Hay quienes aprenden el funcionamiento del cuerpo humano mediante láminas o figuras plásticas, Von Hagen decidió que la mejor forma de aprender del cuerpo humano es verlo directamente tal cual es. Los plastinados de Von Hagen en su mayoría son "especímenes" (así los llama él) que carecen de piel, son visibles el músculo o los huesos o la parte del cuerpo que él considere necesaria exponer, es por esto normal encontrar cuerpos plastinados cortados a la mitad con el objetivo de que los diferentes órganos se puedan apreciar claramente.
Por ese lado, todo bien, es una forma extraña pero educativa de conservar cadáveres y sacarles provecho, aún así me sigue pareciendo impactante. Pero más sorprendentes fueron los testimonios de las personas que ofrecen su cuerpo al doctor para que lo plastine cuando les llegue el momento. Una viejita de más de 80, con cara dulce, que narra ante la cámara: "Sí, yo quiero que me plastinen y que me saquen la grasa del cuerpo para verme más delgada y que luego el doctor me ponga en posición de bailarina para la exposición".
Y otra señora comenta: "Yo quiero que me corte a la mitad, tengo la impresión de que me vería más alta". Personas realmente interesadas en que su cuerpo perdure la mayor cantidad de tiempo entre los vivos, pero no solo perdurar sino verse bien mientras lo hacen. Sí, se les verán los órganos y los músculos pero, ¡qué demonios, me veré más alta!
En la exposición es posible observar desde fetos hasta camellos, Von Hagen ha sido duramente criticado además por tener una especie de licencia que le permite plastinar los cadáveres que nadie reclame en la morgue, pero en su mayoría los especímenes han sido donados por voluntad propia.
Para mí, esta exposición es un cementerio ambulante, podrá ser muy educativo pero lo cierto es que son cuerpos de personas que vivieron y sintieron en este mundo, todas reunidas en una sola gran habitación para que los vivos podamos verlos, muchos muertos en un mismo lugar. Es una colección de cadáveres y estoy segura de que no me gustaría estar cara a cara con los plastinados en una oscura noche lluviosa. Es por eso que es tan complicado para mí entender la fascinación del doctor alemán con los muertos, los tiene en el sótano de su casa, en la exposición, piensa plastinar a su familia y en fin es un hombre un poco obsesivo que se ha ganado el apodo de Dr. Frankenstein en algunos lugares del mundo.
Hay más de 3.200 personas isncritas en el programa de donantes para plastinación, yo no lo haría nunca. ¿Algún valiente?
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