Crónica de un viaje a Quito

Lo primero que veo es la ventana. Una ventana desconocida que deja entrar un aire helado capaz de despertar a cualquiera. Trato de ver la hora pero solo aparecen números borrosos frente a mi ¿dónde están mis lentes? Me levanto, medio mareado y trato de quejarme, pero mi garganta no está de acuerdo y de decide no emitir sonido. No recuerdo nada, pero no me preocupo, es algo que siempre pasa, toma un minuto que todo vuelva a mi, poco a poco las imágenes vuelven, de atrás para adelante. Ah mira, estoy en Quito, vaya noche.


Parte 1: Perdidos y Mojados.

Miro por la ventana del avión pensando en todas las posibilidades de este viaje, he estado en todo tipo de eventos y he pasado por todo, desde noches increíbles hasta aburridas reuniones de media hora con su tinte de reaggeton para ahuyentarme. Tengo muchas expectativas, estas reuniones a ciegas pueden llegar a ser algo complicado, ya que te encuentras con un grupo de gente que no se ha visto antes y se siente obligada a comunicarse y a menos que tengan cosas en común, los resultados pueden ser aburridamente desastrosos, if you know what I mean.

Señoras y señores por favor abróchense los cinturones, vamos a experimentar algo de turbulencia. Miro por la ventana, el cielo está negro, parece una tormenta, hace unos minutos todo estaba claro, me preocupo, las azafatas corren de aquí para allá, apagan las luces, el avión se mueve, es en ese momento cuando veo el flash afuera y noto la tormenta, suena inmediatamente y muy fuerte lo que significa que fue cerca, muy cerca. Otro más, este ilumina todo como si fuera de día, el vidrio se empaña de golpe por la onda expansiva de aire caliente, trato de ver por la ventana pero el vidrio no me deja, me esfuerzo y veo humo, humo que sale del motor, entro en pánico, las azafatas también, el avión baja, la fuerza G me impulsa hacia arriba, me hace recordar esa vez en la torre del terror, maldita torre nunca la olvidaré. Me agarro del asiento con todas mis fuerzas, todos mis musculos se contraen, estoy extremadamente tenso, el avión sigue bajando rápidamente, la gente grita, un niño llora, alguien está rezando, yo cierro los ojos y me agarro más fuerte, y vuelvo a esa torre, esa maldita torre.

¿Señor está bien? pregunta la azafata, abro los ojos, aún estoy tenso, agarrado del asiento, pero todo está bien, el cielo es azul y están repartiendo las bebidas, le digo que estoy bien y pido un jugo de manzana, el jugo de manzana siempre me calma. Me saco los lentes y paso una mano por mi cara, he viajado muchas veces y siempre pasa lo mismo, está mucho peor desde esa vez en la torre, alguna día controlaré ese miedo a las alturas, hasta mientras me queda el jugo de manzana.

Me bajo como si nada, como si por dentro no agradeciera el tocar tierra, y salgo del aeropuerto, espero 10 minutos a que se aparezca C, un amigo que estaba acá por otros motivos y al cual convencí de que me acompañe, no me gusta ir a eventos sociales solo, peor si no conozco a nadie. Al fin llega, tomamos un taxi y en 10 minutos estamos en el hotel en el que se quedaba, a recoger sus maletas. No nos podemos quedar ahí, ya está lleno, así que a buscar otro lugar. Otro taxi y estamos en Reina Victoria y Roca, donde según yo, queda el hotel de la última vez. No reconozco nada, solo el nombre de las calles, empezamos a caminar, una, dos, tres cuadras, nada conocido, me da algo de frío y busco mi chaqueta en el bolso, no está, no la traje, como pude olvidarla, ahora moriré de frío. Empieza a llover, es la cereza encima de todo.

Oscurece, no se donde estoy, y la lluvia emocionada cae más fuerte, me siento a lamentarme, fingiendo frente a C que se donde estoy, reviso el mapa y finalmente encuentro una pista, una calle confundida, era Pinto, no Roca, y estaba a algunas cuadras, a caminar se ha dicho.

Llegamos a la zona, nos ven cara de gringos, 15 dólares por persona una noche, siguiente hotel lleno, al final fuimos a uno "económico" 12 dólares por los dos incluido camas (¡con sábanas!) una verdadera ganga. Empapado, me cambio, y para hacer tiempo C y yo jugamos juegos geeks, a las 9:30 p.m. recuerdo que la reunión es a las 8, me pongo mi camiseta de Lennon, la fuente de todos mis poderes, y volamos para allá.

Voy pensando de todo en el taxi, en los blogs and beers de Guayaquil por lo menos conozco a la mayoría de los bloggers, pero acá he leido solo a Phantom y a Princess, y tampoco los conozco en persona. Imaginaba que Phantom era todo serio, que lo iba a encontrar con terno hablando acerca de la última plataforma de desarrollo del quien sabe que software y otras cosas geeks, que al acercarme se pondría de pie y me saludaría con un apretón de manos y un "buenas noches, un gusto conocerte".

No pude estár más equivocado.