Cuando somos pequeños nos parece que somos de algún material irrompible, no hay árbol que sea un reto y no hay ningún lugar difícil de alcanzar; básicamente nos creemos supermanes o superniñas según sea el caso. Yo me raspé unas 20 veces las rodillas, me corté la planta del pie, me he quedado sin respiración, me he cortado la barbilla y me he estrellado contra el closet después de caerme por andar saltando en la cama. También sé de historias en las que otros se han roto desde la cabeza hasta el brazo (una amiga hasta a propósito y en patines para ver qué se sentía tener yeso) y algunas otras terribles y dolorosas caídas involurando literas.
Uno de los peores tipos de golpes es uno que casi todos han experimentado, cuando quieres salir prontamente al balcón de algún lado y PAF la puerta de vidrio limpiecita y brillante que había estado cerrada nos da en la nariz, a mi me pasaba hasta con la tela metálica sucia, igual no la veía, ¿les he mencionado que soy un poco despistada? Y te golpeas la nariz y es el mejor show de comedia para quienes te vieron estrellarte, yo por suerte nunca me di horrorosamente, suave no más.
Y es así, cuando uno es pequeño, siempre era muy lindo salir a jugar, uno podía pasarse todo el día en el parque subiéndose mil veces a la resbaladera y a los columpios y esa cosa metálica de dar vueltas y vueltas para marearte junto con tus amigos (sí, de ahí también me caí a velocidad), era bonito porque había juegos en los parques donde se hacían cumpleaños, había juegos en la escuela y ya pues a veces si tenías suerte como yo en el parque de la esquina de tu casa, hasta ahí todo bien.
Pero siempre existe algo que viene a dañar la fiesta, uno de los especímenes humanos más detestables de mi infancia un estúpido niño al que yo llamo cariñosamente "el apurado". Este apurado es el niño o niña que en su hiperactividad y estupidez no podía ser como todos los otros niños que esperaban para subirse a la resbaladera, nooooooooo, él tenía que botarse de golpe antes de que se baje el niño anterior y caer detrás de él, si es posible apuntando bien los pies hacia la persona que estaba recién bajandose pateándolo en la espalda hacia el suelo lleno de piedritas. A mí los apurados me golpearon varias veces, por suerte ninguno con patada (a LJ sí, je je je) pero cualquier golpe con la viada de la resbaladera en la espalda de esa niña flaca escualida que solía ser, deja dolor y hasta alguna vez asfixia momentánea.
¿Qué le costaba al apurado esperar a que uno se baje? Es cuestión de mirar, ¿qué tan difícil era mirar antes de botarse? Pero como todo en la vida afecta me queda el consuelo de que tal vez todos esos niños desgraciados que se la pasaron golpeando a los otros por pura idiotez hoy son hombres precoces en la cama, son los que se pasan la luz roja, los que se atoran comiendo y los que se tropiezan en la calle por apurados.
¿Tienes alguna caída interesante que contar? ¿Fuiste víctima del apurado o aún peor... fuiste un apurado?
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