Minutos de silencio, por favor

Por un pasillo medianamente iluminado por la fluorescente de escritorio y la luz del faro que se escabullía entre unos barrotes que le daban un aire antiguo al lugar, entré acompañado por el que dijo ser el asistente de Don Juan Alcívar i Colón. Fui convocado con premura por éste que de una manera muy sutil sostenía el filo de mi abrigo, como para que no saliera corriendo. Me dijo que necesitaba mis servicios para confeccionar un retrato de su patrón, me extrañó por no ser pintor, dibujar sé, soy diseñador gráfico. En un principio me negué justamente por la equivocación de ocupación en que incurrió mi interlocutor, pero al escuchar la cifra ofrecida y considerando que me había buscado él a mí, por nombre y apellido, sin nunca antes haber escuchado siquiera del tal Don Juan, accedí.
Al prepararme al venir hacia la ubicación indicada, me pregunté qué sería más sabio: si intentar pasar por un pintor, llevar canvas, pinceles, tubos óleos y lanzarme a la aventura de intentar hacer un retrato del tipo; o ser más imaginativo y lograr convencerle de intentar un retrato virtual en la laptop que llevaría para dicho fin, y donde al fin y al cabo tenía mucha más experiencia y destreza.
Opté por darme muchas opciones y mezclar los utensilios llevados a la cita, aún ni sabía si iba a ser contratado o no, creo que por teléfono me dijeron algo así como prueba de habilidad.

El asistente me sostuvo la puerta para que entre y prendió una lámpara de escritorio que parecía inexplicablemente vieja o de mala calidad en comparación con el resto del impoluto y organizado despacho. Junto al sillón donde me senté al ser ofrecido había una mesa donde el asistente colocó un vaso y con un chorro lento y estereofónico sirvió agua en él.
Mi jefe vendrá en un instante, Gracias le contesté al vacío, el asistente había salido y cerrado la puerta silencioso aún antes de que me diera cuenta.

También se me hacía raro que me haya citado tan tarde, a las diez de la noche, pero entre que me recibieron, me hicieron esperar, pasar a una salita, luego otro pasillo y otra salita de espera de nuevo, y ahora a este despacho, ya eran casi cuarto pasadas las once. El vientecillo entrando por la ranura del aire acondicionado era el único zumbido que interrumpía el silencio, y el tiempo parece estirarse y atortugado mientras espero a éste que ni siquiera sé aún cómo se ve. Tras el escritorio está colgado un espejo un poco inclinado hacia delante, me deja ver que dos de los cajones están abiertos, y en uno de ellos hay algo que brilla.

Trato de fijarme en otra cosa del cuarto, hay cuadros de paisajes en una de las paredes, reloj antiguo, archivador verde, alfombra gris rata, olor a naftalina, tres plumas en el escritorio, papeles membreteados, el cajón de nuevo, la cosa que brilla, que me llama, que como a un pirata se insinúa moneda de oro del tesoro perdido. No me demoraré- pienso.
En dos pasos estoy frente al cajón, lo abro y no encuentro nada que brilla. Hay papeles, un cuaderno con tapa de cuero, más papeles, rebusco y sigo sin ver lo que brilla. Al otro cajón, en este nada más que tres lápices mordidos. Vuelvo al primero, tomo el cuaderno con tapa de cuero, veo I&D en la portada, parece antiguo, abro y la primera página en terrible caligrafía: ?Al que lee estas letras, que he escrito llorando, y las que vienen que he escrito escondida, le maldigo con mis tormentas y mis pesadillas, que se pierdan sus juguetes, que se coman su comida, que se pierda en el bosque?. Darma Malffoy. Y tres pequeños corazones juntitos al pie de la hoja.

Que nombre para raro... pobre niña, pero qué hace un diario de una niña en un despacho como éste, tercera página ojeo, ?Mi padre tiene una amante, que ha hecho que se olvide de mis enfermedades por un rato, la distracción de la constante supervisión de papá hasta me ha caído bien, me siento que puedo respirar un poco mejor y no he necesitado el inhalador en todo el día?. 11/VII/45.

Espera, vi bien? 11/VII/45? Así de viejo es este diario? Fijándome de cerca en la tinta sobre el papel se ve diluida en los extremos de las palabras como que si con los años se fueran recogiendo, como queriendo perderse en el olvido.

Ojeo otra página: ?Si me envían al Internado me atrasaré mucho en mis verdaderos estudios, la magia no espera, además me voy a enronchar si me quieren hacer levantar a la madrugada para adorar un pedazo de madera que llaman santo.? 17/IX/46.

Y otra más: ?Por fin entendí la aplicación de la música al combate, hay que enfocar las notas en los temores del rival/víctima. María no ha dejado de llorar en una esquina desde que toque junto a ella mi ocarina. Pronto podré librarme de mi padre y de su mujerzuela francesa.? 06/II/47

Que registros raros de esta niña, bueno ahora ya debe ser una ancianita, si es que está viva... Y se abrió la puerta y a su chirrido le siguieron unos pasos firmes pero lentos que me alertaron de dejar el diario y brincar hacia el sillón donde me senté y crucé las piernas tratando de parecer relajado.
Un varón adulto, caucásico, alto y fornido, vestido en una camisa blanca de lino, pantalones negros sueltos y descalzo entró y educado me saludó al pasar a mi lado. No dijo más durante uno o dos minutos mientras encendía un puro que sacó de uno de los cajones que habían permanecido cerrados.
Mi nombre es Juan, no necesito que me llames cada vez con apellidos, abolengo y títulos, pero tampoco soy tu hermano, aunque tengo edad para ser tu abuelo, así que para ti soy Don Juan.
Casi se me escapa una sonrisa en memoria del personaje literario, pero se escabulló al ver sus cejas firmes y la columna de humo que salía del puro y que parcialmente cubría su ojo derecho en un aire de gangster.

Qué ideas tienes para mi retrato, me preguntó.- Uyy ahora se puso tenso el ambiente, este primer paso tendría mucha importancia en cuanto al éxito de esta empresa, la de que me paguen esa cifra de cinco ceros que me habían mencionado.

Podría pintarle un retrato clásico, con un paisaje que se perdiera en el fondo, o sentado en su despacho de manera seria con un libro en las manos o con uno de sus puros... ? iba diciendo- o podría armarle un retrato virtual, o hasta un video digital que podríamos presentar en holograma con su voz diciendo una frase sabia o célebre, o mostrando algo de su trabajo... m... disculpe: cuál es su trabajo?
Soy agente de comercio. Dijo y no continuó, dejando en claro que de ése asunto no se iba a hablar más. Bueno usted dirá qué prefiere, y otro silencio minutero se sentó entre nosotros. Tengo mis mejores métodos de pintura, señor Mateo, métodos no nuevos pero originales y diversos que espero que quiera y logre manejar... pronto, aunque no tengo apuro, el tiempo está a mi favor... Su voz era inconspicua, moderada, unísona. No podría decir que no a conocer un método nuevo, a aprender algo nuevo, bueno no nuevo pero original y diverso... Estoy ansioso de conocer más, le dije. Si él estaba siendo medianamente solemne, no podía hacer yo menos.

Pero antes debo continuar estudiando su compromiso con la estética y el arte. No podría poner en manos de cualquiera técnicas que por ser de pocos son valiosas. Usted comprenderá ?continuó, que el valor de los secretos es proporcionalmente inverso al número de mentes que los cobijan.

Movió un espejo de la pared y tras de sí abrió una caja fuerte, bastante moderna por cierto, se veía el reflejo verde de los números de la cerradura digital. Inclinándose sobre la puerta no me permitió ver más adentro, y luego de un instante giró con varios objetos envueltos en una larga tela blanca. Hasta parecían los instrumentos de un cirujano antiguo.

Al desplegarlos sobre la mesita junto a mi sillón con una sonrisa en los labios me dijo: Reconozco en ti la curiosidad de saber cómo vamos a hacer esto, me agrada, tu sorpresa y aprehensión es como la de un niño.

Mmm, je ... je.

Se desabrochó y levantó la manga izquierda de su camisa: La sangre se coagula dependiendo de la situación del oxígeno alrededor de ella. Reconociendo que fuera del cuerpo no es más que un conjunto de células sin vida ni esperanza, es fascinante cómo aún se depende de algo tan frágil como el aire. Por dicho motivo.... -y esto lo dijo mientras tomo entre sus delgados dedos un bisturí con un catéter a la vena en su muñeca ?.....la sangre es un material difícil de utilizar en el arte, mmm bueno para el caso, es difícil de utilizar en todo.

Una muy oscura y aparentemente densa gota comenzó a rodar por el pequeño tubo. Impulsado por una inspiración repentina desenrollé un doble pliego de cartulina nacarada y tomando como si fueran míos de años los instrumentos de mi amo fui esparciendo la gran gota que se convertía en un punto grande en medio de una llanura pálida. A solo un paso de su torso me sostuvo con su otro brazo sobre mis hombros, y en mi oído susurró: Tétrico.

Un escalofrío como ninguno se escapó por mis extremidades, el pincel y la cuchilla en mi mano expandieron por sus esquinas y sus ángulos y sus bocas, y sus fauces abiertas a este animal que aparecía en la obra que desesperado quería completar. Una bestia furiosa de ojos vacíos, odio en todos sus músculos fue el resultado de la pintura, al fondo se veían los restos rojizos y opacos de una víctima reciente.

Ahora mi amo y yo pintamos con la misma sangre, como la que bebió esa ocasión de mi cuello y me servía para el arte por su propia mano.