Estas contradicciones internas me obsesionan. ¿Cuál será la parte de mi cerebro que me obliga a actuar así? No comprendo porqué de un momento al otro me cambian las prioridades y la "femeneidad" se me empieza a desparramar por todos lados sin que tenga tiempo de ponerme a recogerla. Sí, lo sé, se supone que soy mujer y se supone que es normal pero no deja de sorprenderme ese cambio de actitud inmenso que se da de un instante al otro y que me deja sorprendida y aturdida.
Un ejemplo, estaba yo muy tranquila conversando con Long John de su viaje y todo lo demás. Ahí entre sus maletas mientras hablábamos decide darme una cartera que el man me trajo de su viaje y sin que nadie pudiera detener aquel comentario de salir de mi boca dije: -"Está muy linda, ahora necesito zapatos celestes". Hay días en que me siento a criticar tanto la vanidad y el "fashionismo" de las personas, bueno más que criticarlo a tratar de comprobar que la belleza no es una necesidad básica. Sin embargo, no puedo evitarlo, pienso en zapatos, en carteras, en cinturones, en aretes y hasta en perfumes.
Acepto también que tengo más zapatos de los que realmente necesito, me pondré unos cuatro pares realmente pero tengo más de veinte. No los necesito, pero los quiero, los busco y los compro como si de eso dependiera mi vida. Luego respiro y con los zapatos en la mano descubro que hubiera usado ese mismo dinero en comprarme cualquier otra cosa pero ya es demasiado tarde no pude despertarme en el momento oportuno del rush de aquel momento.
He sido compradora compulsiva pero ya me estoy recuperando. Lo que a mí me asombra en realidad no es el hecho de que sea capaz de perder el control por un par de zapatos sino el hecho de que en mí puedan cohabitar sin matarse más de cuatro personalidades, siendo esta niña que tiene zapatos de todos los colores solamente una de ellas.
Al principio pensé que tal vez ponerme a hablar de la muerte al culto a la belleza era una hipocresía de mi parte, yo también en alguna medida soy vanidosa. Pero sin embargo de alguna manera me doy cuenta de que querer verse bien no es un pecado, son los excesos los que transforman a una actividad inocente en una multitud de niñas hermosas come lechuga que parecen producidas en masa.
¿Qué será del híbrido en el que siento que me estoy convirtiendo? ¿Quién mismo es que mismo que mismo que soy? Hay crisis de identidad que prefiero mantener sin solución para ver si un día me despierto hecha mariposa sin darme cuenta, no por lo bonita sino por lo voladora.
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