Goodbye Sally



Sally salió de nuestras vidas tan rápido como llegó. Fue como si nos la hubiera traído el destino, la filmación del reportaje se atrasaba y se atrasaba de alguna manera. Tenía que ser ese día, el día que ella apareció, el día en que justamente nosotras también estaríamos ahí.

Su dueño la llevó al centro canino para ponerla en adopción porque su esposa no la quería más en la casa. A los pocos meses de nacida Sally fue atropellada, esto le causó una lesión grave en su pata, la operaron y le pusieron un clavo que impedía por completo la movilidad de su pequeña pata.

Ahora estaba su dueño contándonos todo esto. Gigi tan amante de los animales como la misma Sadie no se resistió a la ternura que habitaba en los ojos de Sally. Habló, arregló, preguntó y finalmente se la llevó.

Con la esperanza de brindarle a Sally un hogar feliz, un hogar con hermanitos sharpei y con más cariño del que alguna vez pudo soñar recibir, con todas estas ilusiones dentro Gigi acogió a Sally en su casa y en su corazón.

Pero las noches pasaban y Sally no dejaba de llorar, se pasaba la tarde persiguiendo a sus nuevos hermanitos y tratando de abrirse paso a pesar de su patita inmóvil. Gigi se dio cuenta de que algo no estaba bien, que los llantos por las noches sonaban más a dolor que a tristeza, una nueva cita con el veterinario de confianza era necesaria.

No solo los seres humanos son víctimas constantes de las malas prácticas médicas, pues las vidas de los animales no suelen ser tomadas con la misma disciplina al ser tratadas. Como si no formaran parte de nuestra familia, como si no fueran seres que viven con la intensidad y la ingenuidad de ser simplemente nuestros compañeros de juegos y nuestros amigos.

El doctor que operó a Sally hizo todo mal, el clavo en el lugar equivocado y una infección regándose por toda su patita.

A Gigi le presentaron dos opciones, una amputación o un sacrificio. Una amputación significaría para un animal tan joven y débil como Sally un esfuerzo increíble por mantenerse con vida y un sacrificio era apresurarse a los hechos.

Nuevos exámenes, más malas noticias. Sally no tenía una infección en la patita solamente sino en todos sus huesos, estaba adolorida, triste y con las esperanzas a 10 metros bajo el suelo. No había nada más que hacer, el viernes a las 4 de la tarde se planificó hacer dormir a Sally permanentemente.

Con Sally en los brazos se encaminó al consultorio veterinario, ella sabia que era la despedida que tanto temía, pensaba que se le habían acabado las lágrimas pero en realidad aún quedaban muchas. La inyección fue rápida, perdió la vida en brazos de la persona que más la quiso, sin darse cuenta siquiera de lo que ocurría a su alrededor.

La perdimos, la perdimos por la culpa de un ser humano cuyo error destruyó las esperanzas de más de una persona y cuyo error causó un gran dolor y una gran pérdida.

Hoy, ella ya no está pero está. Está ahí cada vez que vemos nuestro reportaje, está ahí en el espacio en el que más le gustaba dormir y está en la memoria de todos los que la conocimos.

Su estadía fue corta, pero más intensa que la del resto de nosotros. Sally vino, vio y conquistó. Nos conquistó, nos enseñó a ser fuertes y a caminar despacio porque igual que a ella de pronto sin darnos cuenta se nos acaba el camino.

Goodbye Sally, we loved you very much.