De como terminé sobre los rieles de un tren

Miami es una ciudad muy especial, de esas que te gustan mucho y dices "me gustaría vivir aquí", claro cuando lo dices estás de vacaciones, por lo que no tienes que trabajar y te la pasas comprando y divirtiendote, y en esas circunstancias cualquiera se queda a vivir en cualquier ciudad que te ofrezca eso.

Pero como toda ciudad, también tiene sus cosas malas, lo que más me llamó la atención es el tráfico. La mitad de las vacaciones las pasé atrapado en algún embotellamiento. Estoy seguro que justo ahora están pensando en los que ustedes han quedado atrapados, esos largos embotellamientos que se arman en la calle Quito (o cualquier calle principal de su ciudad), donde nada se mueve y ves la luz verde pasar 7 veces y la fila solo avanza cuando ya se puso roja.

No se comparan.

Estoy hablando de la mamá del tráfico guayaquileño, estoy hablando de horas (3 la última vez) de moverse despacito y rogar que la tortura acabe. En fin, aunque lo parezca este post no trata de eso, sino de las repercusiones de un tráfico así en mi vida.

El resumen de nuestra estadía en Miami, en una palabra es: Compras. Mi mamá no se dedicó a otra cosa, y mi tía y mis hermanas no permitieron que lo haga sola, así que mi padre y yo nos pasamos con los brazos llenos de fundas y cartones con toda clases de aparatos innecesarios y ridículos que eran, a mi parecer, pura lámpara de mi mamá. (Ej: olla de fondue, kit para tratamiento facial con vapor, abrelatas eléctrico).

El último día en Miami, pedí que me lleven a una tienda en especial a buscar unos libros que solo encontraría ahí, el lugar no quedaba muy lejos y era la primera vez que les pedía que me lleven a comprar asi que fuimos. Nos recibió de brazos abiertos un maravilloso tráfico, que nos tuvo atrapados un buen rato, todo iba lento y ya el aburrimiento era monumental, además estábamos hambrientos, ya casi me dormía y de pronto...

"¡SPAK!, el golpe llama inmediatamente mi atención, miro por la ventana y veo caras desesperadas, la gente en la calle se exalta, grita y yo aún no se porque. Por señas entiendo algo y miro hacia arriba, veo como un palo de madera, pintado de rojo y blanco, con luces que tintinean, está trabado en el techo del carro, lo reconozco y miro inmediatamente al piso y veo algo muy malo, rieles. Temo algo peor, pero mi hermana con un grito lo confirma "¡¡¡El treeeeen!!!". No se que hacer, miro el tren, viene muy rápido directo hacia mi lado, directo hacia mi y está muy cerca, 40 metros, 30 metros... Miro hacia adelante y me doy cuenta que es imposible avanzar la calle está llena, el tráfico horroroso, atrás está igual, el carro está atrapado, 20 metros, mi mamá se saca el cinturón de seguridad, mi hermana abre la puerta, todos se preparan a salir, listos para abandonar el carro, 10 metros, pongo mi mano en el seguro, no se que hacer, no puedo creer lo que está pasando, miro a la gente todos gritan pero no los escucho, ya veo al maquinista, pita como loco, hace señas, y yo sigo ahi sentado, pensando, pensando en como hice para meterme en semejante lio..."

Y ya recordé como.

Después del incidente, todos me culparon a mi, ya que si no fuera por mi no hubiéramos salido y no hubiéramos quedado atrapados en el tráfico y mi padre no hubiera estado tan distraido como para no darse cuenta de que estaba pasando por los rieles del tren y que justo el tráfico nos atrapó ahí y que el tren decidió venir en ese momento y echarnos ese palo encima.

Porsupuesto, el hecho de que yo justamente después de dudar miré hacia adelante y vi como el tráfico se estaba moviendo, dándonos suficiente espacio para huir del tren y que desperté a mi papá de su trance económico (ya se estaba imaginando como iba a pagar los daños) y le grité en forma demasiado drámatica hasta para mi: ¡¡¡ACELERE!!!, no importó de mucho, igual era mi culpa.

El carro se salvó, la gente aplaudió, un total extraño me quiso abrazar y casi llaman a los paramédicos, y cuando al fin llegamos a la tienda, estaba cerrada. Linda mi suerte.

La próxima me quedo callado.