Inconformismo

Cada vez que salgo a la calle veo y siento cosas desagradables, cada vez que paso por la esquina de la oficina y veo una viejita llorar desconsoladamente, cada vez que me subo al carro y llegar a cualquier lugar me toma media hora de insultos ante la desconsideración de cada conductor egoísta que ronda las calles de la ciudad, cada vez que recuerdo que hace dos días votamos en medio de una oleada de gente dentro de una desorganización digna de un récord guiness.

Y eso es solo una muestra de lo que es posible observar al recorrer la "más ciudad" que nos habita, porque creo que dejamos de habitarla hace mucho. Pero estamos aquí, seguimos viviendo en este lugar porque el cariño y el hogar nos arrastran a la estadía en el estatismo, a confomarnos ante las injusticias, a no saber como demonios hacer para cambiar las cosas.

Aceptemos que vivimos en una ciudad marcada por la intolerancia, marcada por los extremos, donde los partidos políticos son o anarquistas o conservadores, aquí donde los policias golpean a los homosexuales y los municipales se roban las cosas que venden los informales, donde les pegan a los niños por vender cola en la calle, donde te llevan a la PJ aunque al que le hayan chocado el carro sea a tí.

Hoy me declaro inconformista, hoy decido quejarme a gritos ante todo lo que siento que nos falta recorrer, ante las incapacidades humanas que caracterizan a nuestros líderes o como dijo alguien por ahí "la insuficiencia testicular" de algunos.

No sé como se comienza a intentar hacer algo, sé que el valor de una denuncia es casi nulo sin apoyo mediático y no encuentro como diría Mafalda de dónde empezar a empujar a este país para llevarlo hacia adelante. ¿A quién le hago llegar mi reclamo, a quién puedo golpear en la panza para sentirme mejor?

Estoy brava con el mundo, "me revientan las circunstancias" y sé que sola no puedo hacer mucho, hoy solamente me quejo ante un interlocutor tan minúsculo como yo misma y espero algún día tener la fuerza y los recursos para hacer algo que me permita un inconformismo práctico para empezar a arreglar aunque sea una parte de todo lo que me agobia.