Yo canto en el carro

Empezó hace como un año, íbamos tranquilamente Sadie y yo en el Locuramóvil hasta la casa de un amigo. Entramos y nos quedamos conversando un buen rato. Cuando salimos, la súper ultra fantástica radio que tocaba cds, mp3, vcds, dvds y bvds ya no estaba! Oh desgracia oh dolor, mi nueva súper radio que captaba señales de radio del espacio exterior, se aprendía los cumpleaños de mis amigos y manejaba cuando yo estaba muy cansado, mi radio que se conectaba a internet, servía café y daba buenos consejos para corazones rotos, mi radio que sabía escoger las naranjas más frescas, te sacaba la talla de ropa con solo mirarte y se vestía a la ultima moda. ¡Mi radio había sido robada!

Fue devastador, me tomo semanas recuperarme, estaba tan acostumbrado a su saludo en la mañana, y a la buena música que me hacía escuchar. Al principio no supe que hacer, pero luego, como tributo a la radio, decidí dejar el espacio vacío en el tablero del carro. (además del hecho que no tenía dinero para comprarme otra, pero eso no tiene nada que ver).

Traté de alquilar el espacio para publicidad, pero no tuve muchas llamadas, aunque era un paquete increíble, la seguridad de que por lo menos una persona (yo) iba a ver su publicidad todos los días, ¿saben cuanto es eso en un año? ¡son 365 días! bueno, menos los días que me diera pereza manejar y cuando se dañe el carro y cosas así, pero igual era un buen chance.

Pasó el tiempo y me empezaba a aburrir el silencio, poco a poco empezaba a tararear una que otra canción, llevar el ritmo con los dedos golpeando levemente en el volante. Hasta me emocionaba cuando escuchaba una canción en la radio del carro de al lado, ¡hasta la salsa de los taxistas! (mmm, no realmente). Así, un día sucedió, lentamente empecé a cantar un clásico de los Beatles, Strawberry Fields Forever. Cuando me di cuenta ya estaba gritando, y golpeando con mis manos el volante cada vez que la batería sonaba en mi cabeza.

Las primeras veces me ocultaba, si un carro se acercaba mucho dejaba de cantar, o solo movía la boca del lado contrario. Un par de personas me fueron gritando el clásico "¡¡cállate!!" y automáticamente me quedaba frío. Me puse paranoico con el canto, miraba para todos lados antes de si quiera abrir la boca. Más de una vez ya estaba con la boca abierta cuando veía al típico señor sentado atrás de la camioneta toyota roja vieja llena de verdes, el tipo con cara de malo me miraba silencioso.

Luego me dejó de importar, además la mirada de "y este, ¿qué está loco?" de la gente es invaluable. Ahora canto una distinta cada día, ya no lo puedo evitar, si no lo hago me aburro. Cuando Sadie está se mata de la risa de lo mal que canto, pero no me importa, ya perdí la vergüenza. Algún día me conseguiré una radio nueva, pero hasta eso no se sorprendan si van manejando por Guayaquil y ven a un tipo que está que mueve la boca como loco mientras maneja, no, no está loco, o tal vez si, pero soy yo.