Lo confieso, soy muy débil. Todas las barreras que pongo a mi corazón, el bloqueo consciente a las relaciones sociales con miras a evolución sentimental, todo lo que siempre ha funcionado tan bien puede fallar de pronto. El control total de cada ilusión y de cada criterio puede sorpresivamente irse tan lejos de mí que me quedo indefensa.
Me ha pasado antes, como me pasa ahora. Las palabras exactas me cambian de color y cuando me doy cuenta es ya demasiado tarde. Me han intentado conquistar con flores, peluches y chocolates, me han intentado conquistar en fancy restaurants y hasta con promesas inciertas, ninguna sirve.
Pero mi debilidad se reveló finalmente el día que recibí el primer poema, una noche en medio del ruido un papelito blanco escondía un secreto enorme que en ese momento consideré únicamente un medio inteligente de apelar a mi sentimentalismo. La mujer-niña que me habita se dejó conmover y caer lentamente en las redes.
Poco después, al darme cuenta de que las palabras son al fin y al cabo solo palabras y con el corazón un poquito machucado recopilé las experiencias y deduje con facilidad que así como los chocolates son las debilidad de mi estómago los poemas son la debilidad de mi corazón.
Y hubo un día diferente a todos los otros en el que me encontré con un hombre muy diferente a los otros, un hombre con la creatividad necesaria para conquistarme sin que yo me diera cuenta, y al no darme cuenta evitar que cualquier mecanismo de defensa o alarma se active dentro de mí. Un hombre que me inspiro emociones y palabras altas y claras, el hombre al que yo le dediqué mi primer poema.
Hoy, la historia es diferente, hoy la soledad me suele agobiar por las noches y siento el frío navegándome las venas. Hoy el amor es indefinible, hoy el hombre y la mujer son a veces y a veces no son. Mi debilidad son los poemas, él nunca me los escribió y sin embargo hoy mi debilidad es él.
Solo me quedan palabras, en combinaciones comunes e irregulares, palabras que dedicar, aromas con los que jugar y canciones que cantar cada mañana. Hoy me pregunto, si las palabras -las míseras palabras- , serán suficientes para traer de vuelta una ilusión extraviada, podrán hoy las palabras convertirse en la debilidad de mi debilidad. Asumo únicamente que no puedo saberlo si no lo intento.
Tú, luz que aturdes
voz que me traga
par de labios
par de llamas
habitándome el alma.
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