Señales


El idiota que dijo que las reglas se hicieron para romperlas debe haber estado de alguna u otra manera fuera de sus cabales, y cualquiera que siga este precepto sin sentarse a racionalizarlo no peca de ignorante sino de gil.

La importancia de las señales es grande, no puedo creer que después de tantos siglos de existencia en este planeta los seres humanos todavía creamos que poseemos la hegemonía sobre todas las cosas. Muchos creen que las cosas no podrían salir mal o se toman a la ligera sus acciones.

Basta un solo día recorriendo la ciudad para observar fácilmente como en un solo y puerco día, los carros se pasan discos PARE y varias personas deciden esperar a que el semáforo diera luz verde a los automóviles para cruzar la calle con la parsimonia obligatoria. Padres llevando a sus hijos pequeños en la moto sin casco alguno, los que rebasan por la derecha, los que creen que las luces de parking justifican detener el carro en cualquier parte, cada carro que se estacione donde una gran E cruzada se lo prohíbe.

Todos parte del grupo de ciudadanos que le sacan la lengua a las señales y a las reglas, parte de ese grupo de personas que al parecer no toman en serio ni sus vidas ni las de otros, y todo por un momento de "sapada".

¿Cuántos accidentes más deben suceder para que existe en esta ciudad una conciencia social digna de llamarse a sí misma CONCIENCIA con todo lo que esta palabra encierra? Nos queda únicamente rezar para que el conductor de la buseta no se pase la roja mientras estamos en ella o que el carro que se detiene en la luz roja tenga la amabilidad de respetar las líneas blancas que alguien se tomó la molestia de pintar en la calle para decirle a los conductores que por ahí, de hecho, debe caminar la gente.

¿Es acaso tan difícil hacerle caso a las señales? ¿Es un sacrificio tan inmenso que es preferible arriesgar la vida? Lo veo cada día y en mi inocencia cada día no deja de sorprenderme, si bien es cierto que no todas las reglas y señales son igual de lógicas también es cierto que tal vez muchos ciudadanos carecen de sentido común. Un sentido común que han intercambiado cual ente incásico intercambiando oro por un espejo, por un instinto que a veces funciona y muchas otras no.