Mía

Se fue, así de fácil. Dejó una silueta, una sombra morada en la ventana. La veo, me odia. Yo sigo, ¿qué me queda sin ella? No me quería, no había otra opción, debía quererme, ¡para eso nació! Para quererme, pero se fue, y tengo su mano en mi cara y en mí sus ojos, no existe la piedad. La borré porque era mía, y yo decido sobre lo mío.