Recientemente me encontré en una situación difícil. Verán, yo no veo. No soy totalmente ciego, pero tengo miopía y astigmatismo, por lo que necesito unos cristales frente a mis ojos para ver como se supone. Semanas atrás tuve un lamentable accidente de esos que no tengo desde la infancia, de esos bien extraños que son medio difíciles de creer. Estaba yo en una cámara de frío a -19º C (¿Quién no lo ha estado?) tranquilo, haciendo mis cosas, el tipo de cosas que se hace en una cámara de frío a -19º C, cuando de pronto me llaman; salgo y los lentes se empañan y tengo que limpiarlos para ver, lo hago y el marco se rompe y me quedé sin lentes. Así de fácil.
Ciego, corrí asustado por las calles gritando que era el fin del mundo hasta que Sadie me detuvo, me calmó y me llevó a comprar lentes nuevos. Después de un par de días, llegaron los nuevos lentes. Y hace poco estaba sentado, probándolos y decidí guardar lo que quedó de los lentes viejos, los busqué y por primera vez, los vi.
Cuando los compré, los anteriores se habían roto, así que nunca vi el marco y cuando los tuve solo los podía ver en mi cara, en el espejo, pero cuando me los sacaba siempre tenía problemas para encontrarlos, por lo pequeños y por lo bien que desaparecían sobre casi cualquier fondo (por lo menos para mí).
Así que en ese momento por primera vez los vi, completos y definidos, y desde ángulos nunca antes vistos y fue una sensación muy extraña, usándolos todo este tiempo y nunca los había visto así.
Mira tú.
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