No me voy a poner a pensar en lo bueno y lo malo de la decomisión de camaretas y demás aparatejos explosivos, no vengo acá a hablarles de cómo se supone que cada uno deba pasar el año nuevo porque cada cabeza en su mundo sabrá exactamente qué le divierte. Te vengo a hablar de mí y a quejarme de ti.
Bueno, aceptaré como cosa personal y amargada que detesto cualquier cosa que haga bulla y se queme al mismo tiempo, yo no sé si de pequeña me traumé por algo pero sé que tengo un oído extremadamente sensible y que la reventadera invade la ansiada paz de mis nervios auditivos, pero bueno es una vez al año, es soportable y con unos buenos tapones hasta puede que no sea del todo desagradable. Le tengo miedo a las camaretas, detesto la bulla y odio la masividad, soy medio gruñona, pero repito, esto pasa una vez al año y me las aguanto porque al resto parece encantarle.
Pero, tú, querido vecino infame que te acabas de gastar toda la quincena en la bahía comprando cuanto aparato reventador encontraste, tú que has de estar obsesionado con el fuego, has de ser medio pirómano y aparte debes sufrir de insomnio, tú, alma del infierno que llegaste a vivir en el mismo barrio que yo, tú sí tú, no te mereces esa paciencia. ¡¿Se te ocurrió que sería divertida una tanda de explosiones a la una de la madrugada de un lunes verdad?! Pues nooooo, no es entretenido para el resto del barrio que agarres y te pongas a reventar lo que se te cruce al frente, en ti nace, crece, se reproduce y muere la perversidad y le voy a pedir a diosito que te mate.
Y arderás en el infierno, por despertarnos a todos, por asustar a mi perro al punto de hacerlo esconderse bajo la cama aterrado y andarle jodiendo el sueño a los que trabajan o simplemente a los que tienen vida, a diferencia de ti. ¿Qué estabas celebrando un 26 de diciembre? ¿el día del box en Canadá? (no es joda eso se celebra) ¡¡¿Qué estaba pasando por tu maquiavélica mente?!!
Oh the humanity!
Ya te ubicaré y te cambiaré los zapatos por unos iguales pero de una talla menos, al menos eso te mereces.
Bueno, aceptaré como cosa personal y amargada que detesto cualquier cosa que haga bulla y se queme al mismo tiempo, yo no sé si de pequeña me traumé por algo pero sé que tengo un oído extremadamente sensible y que la reventadera invade la ansiada paz de mis nervios auditivos, pero bueno es una vez al año, es soportable y con unos buenos tapones hasta puede que no sea del todo desagradable. Le tengo miedo a las camaretas, detesto la bulla y odio la masividad, soy medio gruñona, pero repito, esto pasa una vez al año y me las aguanto porque al resto parece encantarle.
Pero, tú, querido vecino infame que te acabas de gastar toda la quincena en la bahía comprando cuanto aparato reventador encontraste, tú que has de estar obsesionado con el fuego, has de ser medio pirómano y aparte debes sufrir de insomnio, tú, alma del infierno que llegaste a vivir en el mismo barrio que yo, tú sí tú, no te mereces esa paciencia. ¡¿Se te ocurrió que sería divertida una tanda de explosiones a la una de la madrugada de un lunes verdad?! Pues nooooo, no es entretenido para el resto del barrio que agarres y te pongas a reventar lo que se te cruce al frente, en ti nace, crece, se reproduce y muere la perversidad y le voy a pedir a diosito que te mate.
Y arderás en el infierno, por despertarnos a todos, por asustar a mi perro al punto de hacerlo esconderse bajo la cama aterrado y andarle jodiendo el sueño a los que trabajan o simplemente a los que tienen vida, a diferencia de ti. ¿Qué estabas celebrando un 26 de diciembre? ¿el día del box en Canadá? (no es joda eso se celebra) ¡¡¿Qué estaba pasando por tu maquiavélica mente?!!
Oh the humanity!
Ya te ubicaré y te cambiaré los zapatos por unos iguales pero de una talla menos, al menos eso te mereces.
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