El monstruo

Es una parte de mi que no sabía que existía hasta que aprendí realmente lo que significa manejar en Guayaquil, una parte oscura de mi misma de donde nacen cosas que no sospechaba siquiera que habían dentro de mí. No puedo presentir que la transformación se acerca, viene de golpe, la garganta se ensancha, los brazos se levantan, la ira se aproxima a recorrerme, los ojos transmiten los malos deseos, sin filtro, sin depuración, lo que pasa por la mente sale por la boca.

En la acera soy una mujer normal, tranquila, tal vez demasiado tranquila según algunos, que no se atreve a gritarle a nadie, que no dice nada cuando alguien se cola en la fila, una persona pasiva... pero ay del que se me cruce por delante cuando estoy tras el volante... que dios se apiade de su alma...

Me vale realmente insultar a los demás conductores que comparten la calle conmigo, me escuchen o no me escuchen yo les grito igual, los insulto igual y les deseo cosas terribles a todos. Al taxista que frena delante de mi, a la madre con sus tres hijos que cruzan la calle justo cuando se pone verde, al que maneja a 20 en la Quito, a todos porque todos están metidos en MI camino y no me dejan llegar a tiempo a MI destino y me desespero porque la luz está en verde y todos seguimos detenidos, y me da coraje y lo vivo día a día y no me deja de dar coraje no puedo aceptarlo y conformame, al menos hay que sacárselo del pecho.

Me llaman "el monstruo" como la caperucita de "Two stupid dogs", dulce un instante y salvaje al siguiente, sobre mis pies pueden esperar mi paciencia y mi sonrisa pero cuando estoy al mando de mi vehículo, cuando soy libre de acelerar es no more miss nice girl. Puede que no sea la mejor conductora del mundo pero es que en serio el resto maneja terrible, no entiendo cual es la gran complicación de levantar la manito y activar una direccional, unas lucecitas de parking, no cruzársele al otro inesperadamente, cosas que son parte de la lógica.

Si te metes en mi camino te insultaré, me haré mala sangre y la pasaré mal, así masoquistamente me doy cuenta de que podría prender el aire, poner música hindú, encender un incienso en el carro y tratar de pasar bien la navegada por el tráfico del medio día, pero noooooo, no puedo, me exaspero, me acelero, me cabreo y les grito a todos, a todos los mando a la mierda. Soy el monstruo, no lo puedo evitar... dejáme vivir.