Archipiélagos y sus efectos en los continentales

Miraba mi álbum de fotos dispuesto a escoger a mi siguiente víctima para poner en el banner y me encontré con las fotos de mi último viaje a Galápagos, me di cuenta que me había olvidado completamente de compartir con ustedes esa inusual, perdón, insular experiencia. Así que una vez más como en todos los párrafos de introducción a un post de un viaje, esta es la parte donde les digo que se preparen, se abrochen los cinturones o alguna otra forma anticuada (prefiero pensar que son clásicas) y muy de publicidad barata (oh, las influencias de la profesión) de decirles que estoy a punto de empezar, generalmente me decido por algo corto como: Ahí vamos.

Tal vez algunos de ustedes recuerden mis primeras impresiones de ese viaje, si no refresquen su memoria haciendo click aquí. Si, yo se que suena alarmante y hasta tal vez exagerado pero no, no es así, es una realidad que no podemos evadir, la gente tiene que empezar a usar las veredas o sino la civilización como la conocemos dejará de existir. Si no usamos las veredas no quedará nada que nos diferencie de los animales, la evolución se detendrá, o peor aún, retrocederá, ¿realmente quieren que sus nietos se críen entre los árboles? No lo creo.

Yo no sabía mucho de este viaje, y sobretodo no sabía que era todo un gran tour, al enterarme me llevé una agradable sorpresa, ya que no iba a deambular perdido por la zona como temía sino que habría alguien que señalaría y me explicaría todo como si tuviera 5 años. Mi hermano me acompañaba, o más bien yo acompañaba a mi hermano y dizque le presentaba nuestro hermoso país Ecuador con sus bellas playas bla bla bla y todo lo que dice en los folletos de turismo. Lo primero contra lo que nos enfrentamos fue la libertad del aeropuerto de Baltra, es abierto lo cual da buen vibra, una imagen dice más.


Luego el guía nos encontró deambulando perdidos por el aeropuerto y nos llevó a un bus que nos llevó, hacia un pequeño puerto desde donde partiríamos en el viaje más corto de mi vida hacia el otro lado de el canal de Itabaque (algo aprendí), el lado original siendo la desértica isla de Baltra y el nuevo lado la isla de Santa Cruz. Allí subimos a otro bus y después de pasar por 2 o 3 climas distintos (así de locas son las islas) llegamos al hotel, donde al fijarme en la puerta de la habitación me llevé una grata sorpresa.


Para los no entendidos en ingles, no se escribe "adminictration" ni "objets" y aunque también parezca error (yo si lo pensé) "gerent" si significa gerente, aunque claramente estamos frente a un traductor de diccionario. Estos son una especie interesante, capaz de sorprendernos de formas que nosotros nunca hubiéramos pensado, como una vez en Salinas en la que en un menú me encontré con que podías, si tenías mucha sed pedir una cola (así se le dicen en Ecuador a las gaseosas) pero por supuesto en la versión traducida para extranjeros te quedarías con sed ya que ahí solo podías pedir "tails". En fin, descubrimos que el asunto del tour iba medio como en el ejercito, pero sin los golpes, o sea todo puntual y todo muy temprano. Pero esa tarde no, esa tarde ya era muy tarde para que nos levanten temprano, así que no llevaron de caminata bajo el sol más hijuesumadre que he sentido en mi vida, por suerte nos advirtieron de esto en el continente y llevamos bloqueador. Fuimos a la Estación Científica Charles Darwin, que no es más que un conjunto de tortugas de varios tamaños siendo criadas de varias formas simulando su hábitat original y un guía que te dice lo que te acabo de decir pero durante 30 minutos. Lo que más me gustó de haber ido a allí es que pude tomar una foto chévere de un cactus, aunque salió con fecha porque era la cámara de mi hermano.


Este lugar (y todo Galápagos) está lleno de diferentes cactus, hay de todo tipo y tamaño, con ellos puedes sobrevivir si te deshidratas, y de pronto si lo haces bien (y escoges el cactus correcto) te pegas el viaje alucinógeno shamanico de tu vida.
Después de quitarme las espinas de la lengua, me dediqué a dar vueltas por el lugar y como buen turista, me pasé tomándome fotos con las diferentes tortugas que vagaban libremente por el lugar. Con unas cuantas conversé y una me contó de una conspiración del gobierno de EEUU para conquistar Ecuador, empezando por Galápagos, disfrazándose de tortugas. Yo le creí y estaré atento, aunque mi hermano dice que son tonterías y que no debo volver a morder un cactus, pobre tonto, ya lo veré siendo esclavo, agradeciéndome cuando el ejercito para-militar de tortugas y yo, su comandante supremo lo liberemos de su tortura, ja.

Hay mucho más que mostrar pero no los quiero ahogar de fotos así que basta por hoy, me retiro por supuesto de la forma clásica en los posts de viaje, diciéndoles que habrá una segunda parte (probablemente más) y haciendo algo de alharaca y por supuesto sin el infaltable, único, fantástico, maravilloso y sorprendente elemento, indispensable para un párrafo final de un post de un viaje, ese detalle que hace que el mundo entero sea un lugar mejor, que hace que los bebés sonrían y que salga el sol, la exageración.