Deja de correr, se voltea y la mira a los ojos. -Ya no tengo miedo. Ella se acerca y lo besa. -¿No me temes? Si corrías como alma de esas que busca el diablo. Él tiembla, pero la mira firmemente:
-No, mujer, ya no te tengo miedo, se acabó, no quiero correr de ti ¿Qué clase de hombre sería?
-Un maricón - contesta ella. - ¿No tienes ni un poquito de miedo?-
-¡NO!- grita el hombre.
- ¡Qué ingenuo!.
Y el hombre cayó muerto.
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