El mundo es en realidad una gran combinación de personas, lo que vemos diariamente no es más que el reflejo de la vida y la personalidad de millones de seres humanos hablando, imponiendo, queriendo o trabajando.
Una de las cosas que más me irritan acerca de vivir en esta sociedad de imposiciones comunes es el tráfico de Guayaquil, cuando a estas miles de personas se les antoja ya sea por deber o por ocio salir a la misma hora, por la misma calle y causar que la vena en mi frente se hinche y palpite.
Cuando uno está atascado en el tráfico se pone a pensar huevadas y bueno el resultado de ese brainstorming huevadístico son las líneas que vienen a continuación.
En Guayaquil hay diversos tipos de conductores, cada cual refleja de una u otra manera su personalidad en el asfalto. Algunos ejemplos son:
El metódico: Es el que desde tres cuadras atrás ya tiene planeado exactamente en medio de que carros se va a meter y cómo va a rebasar, hace un mapa de la ciudad en su cabeza y cuando no le funciona se frustra.
El añejo: Este señor cree que la vida hay que tomársela con calma, después de todo no le queda mucha. Ponerse detrás de uno de estos conductores podría significar una media hora de retraso en cualquier cita.
El dueño de la calle: A este individuo nunca le enseñaron que existen carriles así que él decide que como el paisaje se ve bonito desde el medio de la calle se va a poner allí sin dejar que nadie lo rebase y manejar a 40 kph.
La mujer orquesta: A esta clasificación pertenecen las féminas audaces capaces de ponerse rimel mientras avanzan en amarilla y putear al mismo tiempo al busetero que se trata de cruzar.
Los conquistadores: Dentro de esta clasificación hay dos subdivisiones los aniñados y los sabrosos. Los primeros son los que manejan a toda velocidad y escuchan hip hop a todo volumen, luego se detienen junto a alguna pelada y la invitan a viajar en su Santa Fé o su BMW. Y claro están los del otro extremo del estrato social que se conforman con ponerse junto al vehículo de alguna damisela subirle el volumen a lo que sea que esté saliendo en Tropicálida y empezar a emitir un psst psst en espera de que la conductora se voltee para poder lanzarle un beso volado.
Los lamparosos: Son los que sin ningún motivo aparente han decido transformar su automóvil en un antro, llevan luces inútiles debajo del carro, para alumbrar el asfalto por el que ruedan me imagino. Luces extra, un marco de neón en la placa y un gran número de foquitos de árbol de navidad que se robaron de su casa. No olvidemos que esta especie necesita un equipo de sonido de alto poder para poner su música pium pium pum (véase tecno).
Nota: si estás en tu casa, tienes un vaso de agua cerca y ves que se mueve es porque a tres cuadras viene uno de esos manes, así de fuerte es el bajo.
Los apurados: Yo me encasillo en esta clasificación, somos los que medimos los minutos con regla para llegar a tiempo pero algo falla en el último momento y hay que salir volando para llegar puntual. Creemos que yendo a 120 kph se arregla cualquier atraso y cuando un embotellamiento maldito se nos cruza en el camino nos ponemos a llorar.
Los profesionales del volante (buseteros): Odiados individuos que rondan la urbe en busca de peligro y acción en sus vidas. Se detendrán frente a ti sin dejarte avanzar, se cambiaran de carril sin importarles rayar tu auto, especialistas en pasar en roja y querer virar a la derecha desde el carril izquierdo, estos no creo necesitan mucha descripción pues todos los conocemos.
Código de luces para buses:
Rojo: sigue
Amarilla: sigue más rápido
Verde: detente porque otro bus se está pasando la roja.
Los taxistas: Cuando el color amarillo inunda la calle que deseas recorrer mejor aléjate despacio o puede ser que los taxistas estén cerrando la ciudad o que muchos taxistas están en busca de pasajero. Esto quiere decir que en el momento más inadecuado se detendrán sin mirar si viene otro carro atrás a conversar y discutir tarifas por la ventana con cualquier señora con 5 hijos que después de haber concertado un precio se tardará en subirse al taxi debido a los niños y las fundas que carga. Perderás 2 luces verdes en la espera.
De todas manera no se olvide, si usted está con mucho apuro o tal vez ha tenido una excelente mañana y piensa que nada se la podría arruinar, ni siquiera el tráfico no se deje engañar. Lo más seguro es que un camión se ubique delante de usted, se detenga en luz roja en todos los semáforos del camino, un vigilante se dé cuenta de que no trae cinturón de seguridad y la calle por la que pensaba irse esté cerrada por la regeneración urbana.
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